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Recorrido Inmersivo
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 Plaza Manuel Tolsá
     Fachada del Palacio de Minería

 Croquis
     Planta Baja
     Mezzanine
     Planta Alta

 Planta Baja
     Exposición de Meteoritas
     Recepción
     Museo Manuel Tolsá
     Patio de Tacuba 7
     Salón de los Maestros Distinguidos
     Patio Principal
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     Patio de Tacuba 3
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     Patio de la Autonomía
     Salón del Bicentenario
     Patio de la Fuente
     Archivo Histórico

 Mezzanine
     Auditorio Bernardo Quintana

 Planta Alta
     Salón de la Academia de
       Ingeniería

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     Antigua Capilla

     Salón de Directores
     Salón Piranesi

 


Recorrido

Salón de Directores


El 1º de enero de 1792, en una suntuosa ceremonia, se llevó a cabo la apertura, en la ciudad de México, del Real Seminario de Minería, también llamado Colegio Metalúrgico; siendo su director general el vasco Fausto de Elhuyar, distinguidísimo hombre de ciencia, y descubridor del volframio, sinónimo del tungsteno. La Gaceta, importante publicación del momento, auguraba grandes éxitos para el nuevo Colegio, primera escuela laica de la Nueva España.

Al cumplirse los cien años de vida del noble Seminario, Santiago Ramírez, en apretada síntesis desvela lo relevante de tan fructífera centena. En primer lugar, elogia el plan de estudios implantado por Fausto de Elhuyar: “punto de arranque de las ciencias que dieron a México lustre y prestigio”. A seguidas, afirmaba el notable intelectual, a ese plan se sujetó “la organización y marcha… de un Colegio que había de llegar a ser, primero, el único, y después, el primer establecimiento científico de nuestra Patria”.

Además de los avances en el campo de las ciencias, los cambios se dieron en los diferentes nombres que, durante el siglo XIX, recibió la institución. Durante el Imperio de Maximiliano, Escuela Imperial de Minas; al triunfo de la República, y gracias a la Ley de Instrucción Pública expedida el 2 de diciembre de 1867 por el presidente Benito Juárez, Escuela Nacional de Ingenieros, y a la postre, ya en pleno siglo XX, Escuela de Ingeniería, y hoy, Facultad de Ingeniería.

Largas ataduras de años, a partir de los cuales, y desde esa Escuela, se incrementan las acciones básicas para la mejoría económica, la comodidad y el beneficio social de la República Mexicana. Contribuciones de trascendental importancia para el conocimiento, la técnica, la industria y la infraestructura del México moderno, del actual. La actuación de los ingenieros despertó del letargo nacional a poblaciones productivas, haciéndolas quedar a la mano. Así, de sus aulas se desprendió el desarrollo científico, la enseñanza y adelantos de la ingeniería, englobados al estudio de las ideas, de las mentalidades y de la historia de la cultura; un todo que inscribe tales progresos, los que de igual manera se atan a la vida del grandioso Palacio de Minería.

¿De qué manera rememorar a esa multitud, a esa pléyade que paso a paso ha venido contribuyendo a la grandeza de nuestro país? Sin duda el mejor modo es traer al presente las imágenes de aquéllos, que en tales avatares fueron líderes académicos, intelectuales, políticos y de hechos concretos. Por ello en este salón se da testimonio, a partir de Fausto Elhuyar, de quienes durante más de doscientos años han dirigido la institución, permitiendo, a través de estas efigies, un recorrido que a manera de rutilante espejo, autorice, aunque sea en una mínima parte, a dar cuenta de la excelencia de la Facultad de Ingeniería y su proyección en el país.

Se pretende destacar las figuras de los homenajeados, no sólo el conjunto de destinos individuales, sino de acciones propiciadas por ellos en beneficio de nuestra nación, para mantenerlos siempre vivos y presentes en la conciencia actual y de generaciones venideras. Un conjunto de absoluta dignidad que consagra los talentos, las virtudes, los servicios, los recuerdos. Una suerte de intercambio de la memoria; a sabiendas que el desfile de estos protagonistas excepcionales continuará con la tarea iniciática de colaborar y trabajar por México.

Igualmente se crea en este solemne espacio, un acervo documental cuyo valor histórico es inconmensurable y a él se vincula la idea de una participación, no sólo en el pensamiento evolutivo, en el que la ingeniería y sus constantes adelantos conforman un eslabón imprescindible e indesplazable de tal cadena. Se da paso en este seguimiento visual al monumento gráfico erigido por quienes hacen de la gratitud y del reconocimiento un ejercicio paradigmático.

La idea de exaltar a estos próceres conlleva el agradecimiento y la admiración hacia quienes a partir del siglo XVIII y hasta las aulas de la hoy Facultad de ingeniería, han contribuido y contribuyen a la gran empresa universitaria que ha trascendido fronteras; actividad no interrumpida, no comparable con el recuerdo fugaz y circunstancial en medio del quehacer diario.

Elisa García Barragán Martínez
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM

Fotografías que se encuentran en el Salón de Directores del Palacio de Minería

REAL SEMINARIO DE MINERÍA


ESCUELA NACIONAL DE INGENIEROS


ESCUELA NACIONAL DE INGENIERÍA

FACULTAD DE INGENIERÍA

Gerardo Ferrando Bravo
1999 - 2003 2003 - 2007

 
 
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