Recorrido
Patio Principal
Tan
refinado sentimiento, lirismo, gracia y encanto en las formas va
a quedar reiterado en el majestuoso patio central y la escalera
monumental a los que se llega luego de atravesar el vestíbulo,
área adecuada en su clásica suntuosidad al interior
al que da paso. Espacio que hoy alberga las meteoritas férreas
más grandes que existen en el mundo.
Pero volviendo a la arquitectura,
el patio, a decir de Manuel F. Álvarez:
El bellísimo patio
principal está formado en el piso bajo por veinte arcos almohadillados,
con columnas dóricas empotradas en los machones y formando
dos pórticos en dos de ellos en cada lado de dicho patio:
los altos tienen también veinte arcos y en lugar de machones
hay dos columnas pareadas y balaustrada cuyo empleo está
aquí justificado, porque las columnas están sobre
pedestales de la misma altura que ésta y en nada perjudica
la esbeltez de aquellas. Sobre los capiteles jónicos descansa
un arco rebajado por el intermedio de un arquitrabe siguiendo el
friso y después la cornisa con balaustrado y jarrones correspondiendo
a las columnas. La interrupción del arquitrabe en el espacio
de los arcos, que como se sabe corresponde al umbral ó cerramiento,
que sostiene en los templos antiguos las maderas, que forman el
friso y cuyas cabezas son los triglifos del orden dórico.
Patio excepcional que no
acusa el entresuelo y afirma su cadencia al no dejar entre la pared
del corredor y la arquería ningún vano, sino tableros
de medio punto que hacen las veces de un eco de los cinco arcos
de medio punto almohadillados, fajados y rústicos [y a las]
columnas adheridas... que en sus tres cuartas partes lucen libres
sobre el almohadillado.
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Da
la euritmia de esta área, el segundo cuerpo de la arquería,
que a su vez como lo indicó Álvarez está coronado
por una balaustrada. La gran modificación ahí, los
capiteles de las airosas columnas, que convocan al jónico
y al corintio en las volutas del primero y en el adorno vegetal
del segundo. Igual solución que los capiteles ya referidos
en la portada. Bella solución que conlleva para el artista
una remembranza de su formación en Valencia; un eco de lo
conocido como un acierto del maestro Felipe Fontana en la Capilla
de la Comunión de la iglesia del Temple en Valencia, y que
es parte de la rúbrica de Tolsá. Definición
que igualmente singulariza el patio oval de otro de sus edificios
cimeros -la columnata superior del patio- del hoy Museo Nacional
de San Carlos.
En Minería estas columnas
soportan arcos muy rebajados que con originalidad rompen, hacen
inexistente el supuesto friso del entablamento. Enriqueciéndose
el todo con balaustrada semejante a la de la fachada, lo mismo que
sus remates.
Pináculos que al decir
de Francisco Almela y Vives y de Antonio Igual, recuerdan poderosamente
la forma de las alfabegueres o sea los jarrones para albahacas que
Tolsá hubo de ver necesariamente en Valencia, procedentes
del centro cerámico de Manises.
Algo
más y de gran relevancia señala su más cercana
biógrafa Eloísa Uribe: "El cielo como revés
del patio o como espejo, queda enmarcado por medio de la balaustrada,
y enganchado en forma visual, por los perfiles entrantes y salientes
de los macetones. Sin la balaustrada y sin los macetones este elemento
escaparía a la vista y dejaría de contribuir a la
monumentalidad de la obra. El cielo juega el mismo papel, que las
pinturas que lo representan en las bóvedas... donde la grandeza
de la arquitectura se prolonga en ilusiones ópticas".
Otras influencias atadas
a la sabiduría de los grandes maestros de la arquitectura
clásica, se perciben en el lenguaje arquitectónico
empleado por Manuel Tolsá no sólo en este edificio
de Minería, sino en otras de sus obras.
Así Vitrubio, Palladio,
Vignola, Serlio e incluso Piranesi son fuentes seguras, pero también
existen en su información como lo consignan algunos de sus
estudiosos, la atención a Antonio Gilabert y José
Puchol e inclusive ciertos ecos del madrileño José
Ventura.
Ya
Carlos Pellicer había advertido acerca de la importancia
contrastante con la severidad de la fachada, de la musicalidad de
la escalera y en la manera como ésta desemboca al segundo
cuerpo del patio.
Musicalidad
que sin duda impactó al poeta y que Eloísa Uribe en
erudita referencia elucida de otro modo al hablar del juego espacial
que se entabla entre la luz y la sombra ya que para ella: La sensación
de espacio infinito creada por Piranesi a través de la repetición
de las columnas y los arcos se anima en la obra arquitectónica
de Tolsá.
Aquí
un paréntesis, artistas y tratadistas cuyos textos conoció
Tolsá no sólo en Valencia, sino también en
la Academia de San Carlos. Hoy en los acervos de la UNAM: Ingeniería
y la Escuela Nacional de Artes Plásticas conservan entre
sus preciados tesoros, la colección completa de las láminas
de Piranesi.
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