Recorrido
Antigua Capilla
Es
la Antigua Capilla otra de las etapas o áreas importantes
del edificio. En ella se advierte cómo el artista conjuga
su competencia no sólo arquitectónica, sino también
escultórica así como aquél saber que inscriben
sus conocimientos adquiridos al haber realizado en su natal Valencia,
obras de carácter suntuario tanto civiles como religiosas.
Mismas que permean influencias italianas y valencianas. Aquí
cabe aclarar que su labor en este campo lo señala como fecundo
realizador de retablos. Quehacer en el que sin duda el guía
fue su maestro José Puchol Rubio. Con la capacidad de síntesis
demostrada a lo largo de su producción global, Manuel Tolsá
en un eclecticismo, que por su talento y buen gusto resulta casi
imperceptible, lleva a cabo su obra.
Así
con lo mejor que su quehacer de arquitecto, escultor y trabajador
en obras suntuarias, pone en práctica aquella enseñanza
de la arquitectura de carácter dibujístico, de marcados
acentos plásticos teniendo como base a la obra de Andrea
Pozzo: Prospectiva de pintores y arquitectos publicada en Roma a
finales del siglo XVII. Insisto, Manuel Tolsá con tal aparato
de conocimientos diseña la capilla del Palacio de Minería.
Azules
y blancos albergan los profusos oros, el ritmo de las apenas resaltadas
pilastras, así como los acabados en bronce dorado, dan por
resultante -pese a la voluntad racionalista, a los afanes de hombre
de ilustración de este arquitecto- un conjunto que se inscribe
en un cierto abarrocamiento, no sólo indicado en el altar
como advierte Salvador Pinoncelly, sino del conjunto en general.
Como
podemos advertir, son treinta y dos pilastras adosadas y con capiteles
que más que corintios como se ha dicho [yo llamaría
compuestos], sostienen el cornisamiento, todo de orden compuesto,
descansando en un zócalo de 93 cms. de altura; en los entrepaños
hay tableros hasta cierta altura en forma de medio punto, después
corren unas molduras doradas y queda un espacio entre los capiteles,
con tableros octagonales decorados con amorcillos pintados.
Sobre
esta ornamentación, el plafón pintado por otro gran
artista valenciano, Rafael Ximeno y Planes pone el acento en el
sentir religioso.
Por
lo que hace al altar, de la mesa del mismo arrancan dos columnas
de mármol con sus capiteles de bronce dorado, obra de un
discípulo de Tolsá, Antonio Camaño autor igualmente
de la puertecita del Sagrario . Las columnas sirven de soporte al
friso y a un frontón roto en el que se destaca como vértice
la ráfaga de oro, elemento empleado por Miguel Ángel
y al mismo tiempo muy del gusto de los artistas barrocos. Composición
que enmarca a la Virgen de Guadalupe, presencia insoslayable al
ser patrona principalísima de los mineros, lienzo igualmente
debido a Ximeno y Planes, mientras que a los lados de las columnas,
la flanquean dos esculturas en yeso una de San José y la
otra de San Nicolás, ambos también titulares de los
mineros. En el lado opuesto al altar está el coro con su
balaustrada dorada completando el conjunto.
Imposible
concluir con esta somera revisión de los puntos más
relevantes en el Palacio de Minería sin hablar de las pinturas
del plafón.
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Realizadas
al temple informan, se inscriben en el tema mariano, una trata un
asunto regional: El Milagro del Pocito, por supuesto referencia
a la Virgen de Guadalupe, asunto en el que el pintor involucra,
no podía ser de otro modo, a toda la población novohispana:
españoles, criollos, indígenas, mulatos etcétera,
espectadores que congela pasmados ante el prodigio. Estructurada
la composición en diagonales, se puede ver destacada la figura
de Fray Juan de Zumárraga. Todo en medio de un paisaje terrenal,
mientras que en el cielo entre nubes, querubines y amorini está
la Virgen de Guadalupe. Figuras acomodadas con dignidad, razonadamente,
lo que no impidió a Ximeno y Planes otorgarles gestos y actitudes
teatrales dentro de un armónico colorido. El mural además
de estas cualidades posee la virtud de ser un documento de esa circunstancia
histórica y de una cotidianidad implícita en los carruajes
y vestimentas de entonces.
La
Asunción de la Virgen, el otro tema ahí tratado, más
acorde con la capilla, expresa el momento en que el Padre Eterno
y Jesucristo reciben en el cielo a la Virgen para coronarla. La
composición va de acuerdo a las normas clásicas, la
técnica también el temple en tonos claros, así
lo requería el ambiente celestial en el que la tercera persona
de la Trinidad aparece a manera de culminación de la pintura,
en el centro de una especie de ráfaga luminosa. Ángeles
músicos, otros que refieren por medio de los símbolos
que portan, la letanía, en fin un conjunto que se congrega
en fuertes escorzos.
Ambos
discursos pictóricos tratados con gran calidad son ejemplo
fehaciente de las cualidades de Ximeno y Planes: estructuras bien
resueltas, dominio del dibujo, armonioso y suave colorido. Diría
más, son de las mejores muestras de la pintura neoclásica
decorativa.
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