Para el ingeniero, la restauración y refuerzo de una edificación de época pasada resulta un problema singular, ya que si bien es cierto que el proyecto de los elementos resistentes cae dentro de las leyes y reglas de la mecánica de las construcciones, no lo es menos el que las posibles soluciones tienen que satisfacer condiciones estrictas impuestas por la propia edificación.
Esto es, la libertad del proyectista se ve restringida por las condiciones estéticas y artísticas que deberán respetarse en forma rigurosa.
No son admisibles aquellas soluciones que alteren o modifiquen el contenido y la expresión del monumento. Esa fue la condición que se impuso a esta labor y que se observó inexorablemente. Todas las soluciones estructurales propuestas, para que tuvieran tal carácter, deberían incorporarse a la edificación sin dejar huella ni manifestarse en el exterior.